miércoles, 11 de mayo de 2011

Una mirada al juego simbólico

Una mirada al juego simbólico
Lídia Esteban
Carles Parellada
En este documento intentamos aportar algunos elementos de reflexión en relación con
un reto que podemos compartir las personas que estamos implicadas en la educación
infantil: la observación, un recurso que nos permite evaluar las producciones de niños y
niñas a partir de lo que vemos que ocurre en la vida cotidiana de las aulas.
Nos damos cuenta de que una mirada distinta a lo que hacen los niños y las niñas, y a
cómo lo hacen, nos permite dar un sentido a sus acciones, ajustar nuestra intervención y
construir procesos significativos de enseñanza-aprendizaje. Nos centraremos en la
observación del juego simbólico
que tiene en estas edades, tanto por el interés que despierta como por la influencia que
tiene en el desarrollo de los niños y las niñas.
1. Decidimos escoger esta actividad por la importancia
Hablando del juego simbólico
Los niños y las niñas, cuando juegan, se expresan tal y como son, adquieren
determinadas habilidades personales, desarrollan su capacidad de relación con los
demás y dan sentido a aquello que aprenden de su entorno. El juego les produce placer
y satisfacción, y su finalidad está en sí mismo. Se implican de forma espontánea en estas
situaciones, creando acciones diversas sin que exista presión por parte del adulto. Ponen
en práctica todas sus experiencias y avanzan en el proceso de autonomía.
Casi siempre las situaciones de juego se inician a partir de la imitación, pero demasiadas
veces ésta queda reducida a un segundo plano, cuando de hecho es la base a partir de la
cual se visten las situaciones lúdicas que los niños y las niñas generan y a partir de la
cual se elaboran las representaciones mentales que permiten la construcción de
significados, muy vinculados a la búsqueda de explicaciones sobre cómo nos organizamos
los adultos a nivel de las relaciones y cómo manifestamos los diferentes roles que nos
caracterizan.
En definitiva, se genera un recorrido que facilita el proceso de aprendizaje social de
niños y niñas. Hay un momento en que éstos buscan al compañero como un espejo para
imitar, para comunicarse y para aprender. Más adelante se da un juego más cercano, tal
vez coincidente con algunas circunstancias espaciotemporales, pero sin intención de
compartir la situación. Corresponde a una fase en la que la relación suele iniciarse a
partir de los objetos, del material que se intercambian o que reclaman, pero en la que
el juego todavía se da en paralelo.
A partir de los cuatro años (aproximadamente), con el inicio del juego de roles, la
acción se da en función del compañero. A medida que el niño avanza en su proceso de
socialización van apareciendo los juegos más reglados, los juegos donde el grupo tiene
un papel importante y donde cada cual aprende a tener un lugar, y todo lo que esto
conlleva en cuanto a la adquisición de actitudes y valores, como pueden ser la
cooperación en las acciones y la posibilidad de compartir los significados.
Los rincones: un tiempo y un espacio para el juego
Sin entrar en las cuestiones organizativas y formales, lo que queremos señalar es la
importancia que tiene la pedagogía de los rincones de cara a la estructuración personal
del tiempo y del espacio, teniendo en cuenta que hay que dar una flexibilidad
suficientemente significativa para que se pueda vivenciar esta dimensión personal
conjuntamente con una que implique a todo el grupo.
Los niños y las niñas pueden crecer autónomamente cuando disponen de un tiempo y de
un espacio, ajustados a sus necesidades y de los cuales ellos son los protagonistas. Este
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tiempo y este espacio pueden ser tan amplios y complejos como los maestros y las
maestras nos atrevamos a dejar en sus manos. Estas dos premisas deben ir acompañadas
de la inquietud por su desarrollo global. Desde esta perspectiva nos parece que hay que
establecer una estructura de aula en la que los niños y las niñas puedan:
- Expresarse a todos los niveles y con distintos lenguajes.
- Comunicar e intercambiar vivencias, ideas, compartiendo un tiempo.
- Desarrollar sus propios procesos globales de aprendizaje.
Esta estructura no la entendemos parcelada en unidades sino en grandes zonas. Tenemos
así, por ejemplo, la zona del juego simbólico, la de la actividad gráfica, la de la
experimentación y la del razonamiento lógico-matemático, aparte de todas sus
particularidades (biblioteca, construcciones...). Estas zonas están organizadas en
espacios próximos y alejados a la vez, porque buscamos un tipo de distribución que
facilite el diálogo y evite interferencias.
La zona del juego simbólico permite a niños y niñas jugar imaginando e imitando
situaciones. Es el lugar donde encuentran la casita y la cocinita, la tienda, la peluquería,
el hospital, los disfraces, el maquillaje..., con un material básico y usual que les sugiere
recuerdos y vivencias que pueden expresar siguiendo una evolución unida a su capacidad
representativa.
La observación en el espacio de juego simbólico
Los niños y las niñas están en constante actividad. Cualquier estímulo que encuentran a
su alcance puede ser un pretexto para la acción. Cuando nos tomamos tiempo para
observar lo que hacen, nos damos cuenta de que se trata de una actividad llena de
contenido. Pocas veces somos nosotros quienes facilitamos el guión. El sentido que
nosotros damos a esta narración favorece su evolución y la del juego. Éste es
seguramente uno de los objetivos de la observación.
En el momento de la observación ponemos especial atención a las repeticiones y a los
cambios, porque son hechos que nos informan del momento en que se encuentran. La
observación que sugerimos está organizada alrededor de cinco parámetros (véase cuadro
1):
Cuadro 1. Propuesta de parámetros de observación alrededor del juego simbólico
Material
Necesita algunos materiales en concreto. Se apropia de ellos antes de empezar a jugar.
Quiere apropiarse de los juguetes que tienen los demás y así que los tiene no va más
allá. Esparce los juguetes. Los acumula. Los puede dejar. Utiliza el objeto para
comunicarse con los demás. Comparte los materiales que utiliza. Utiliza los objetos
según su función, pero también puede dar funciones diversas...
Espacio
Se ubica siempre en el mismo sitio. Necesita crearse su propio espacio de juego. Se
adapta a los espacios que ya están estructurados...
Tiempo
Actitud con que espera el inicio de la actividad lúdica. Le cuesta terminar, la recogida
es una buena excusa para continuar jugando. Acepta los límites del tiempo. Como el
tiempo se hace presente durante el juego, se da alguna transformación de éste durante
el mismo (antes era de noche, ahora es de día...). Se entretiene con cualquier cosa. Se
centra en el juego un buen rato. Necesita tiempo para adaptarse a las nuevas exigencias
de la situación...
Relación consigo mismo
A menudo juega solo. Representa su historia junto a los demás. Participa en la actividad
pero no sabe demasiado lo que hace. Reclama la presencia del adulto. Motivos por los
que lo busca (resolver situaciones, meterlo dentro del juego, ser reconocido por él).
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Intenta comunicarse con sus compañeros. Siempre desarrolla el mismo rol. Hay unas
constantes en su juego simbólico. Puede cambiar de personaje. Juega espontáneamente.
Es capaz de escuchar a los demás. Su ritmo personal puede ser compartido por los
demás. Tiene bastante iniciativa. Introduce rupturas. Parece confiar en sus
posibilidades. Expresa sensaciones y emociones mientras juega. Muestra satisfacción en
esta situación...
Relación con sus iguales
Representa acciones aisladas. Participa, a su aire, en alguna historia de sus compañeros.
Los imita. Juegan a lo mismo pero cada cual desde su rol. Hay adaptación mutua de los
roles. Comparten la historia. Se ponen es escena diferentes contextos (que pueden tener
relación con los diferentes espacios del juego simbólico). Hay interacción entre estos
diferentes ambientes. Las acciones parecen organizadas por un guión. Hay un hilo
conductor. Compañeros de juego más frecuentes...
El espacio del juego simbólico facilita la observación dado que los niños y las niñas se
entusiasman con su actividad; en consecuencia, se muestran de una forma totalmente
espontánea, y el observador externo pasa prácticamente desapercibido. Por lo tanto,
tan solo tenemos que planificar el momento oportuno y dotarnos de la pauta que nos
permita recoger datos significativos de los parámetros que hayamos escogido. Una pauta
organizada en filas y columnas nos permitirá recoger información de cada niño en
concreto (prognosis) y de la situación global del grupo (diagnosis).
En el juego simbólico cada niño se expresa de forma particular, nunca encontramos dos
niños que jueguen igual. La actualización de estos cinco parámetros refleja aspectos
importantes de la construcción de su identidad personal, sin olvidar que ésta se da
gracias a la conjunción del ámbito espaciotemporal y del relacional.
A modo de conclusión
Es importante tener en cuenta que la observación debe partir siempre de una actitud de
escucha y de comprensión del niño o de la niña, sin olvidar que la mirada del observador
se fija especialmente en algunos aspectos de la realidad porque está mediatizada por las
propias experiencias y expectativas de éste, y por las resonancias que le llegan de los
propios niños y niñas. Así como no hay dos niños que jueguen de la misma manera,
tampoco hay dos observadores que recojan idéntica información de los parámetros que
hemos mencionado.
En la medida que se ponen en juego miradas diversas, se hace necesario que la
observación se convierta en una herramienta de reflexión de los equipos educativos. De
esta manera se podrá construir un proceso evaluativo en el que cabrá tanto el contenido
de las descripciones de estos cinco parámetros como las peculiaridades de los adultos
implicados. El sentido de este proceso tiene que ver con el ajuste a la vivencia de la
globalidad del niño o la niña.
Lídia Esteban
CEIP Patufet-Sant Jordi. L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).ceippatufet@
centres.xtec.es
Carles Parellada
ICE de la Universitat Autònoma de Barcelona.Carles.Parellada@uab.es

1 comentario:

  1. Es interesante, poder apreciar lo pedágogico del día a día. Y hacernos ver a los educadores la importancia de nuestro papel.

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